Ha sido un auténtico fenómeno social la aparición en España de una gran variedad de empresas de recobro de impagados, cuyo principal "modus operandi" es la utilización de cobradores disfrazados —nos referimos a las agencias de cobros que utilizan cobradores de impagados vestidos con frac, de pantera rosa, o de fraile franciscano– y cuya táctica se basa en hacer que el deudor se sienta avergonzado y pague.
Este tipo de empresas que son indiscutiblemente "typical spanish" basan su gestión en la teoría de que el moroso teme a la difusión pública de su condición –seguramente basándose en la presunción de que si se difunde públicamente la información acerca de su costumbre de no pagar nadie le concederá créditos– por lo que el deudor preferirá pagar antes de que se perjudique irremediablemente su reputación (en cambio si no paga el débito acabará en el más absoluto descrédito).
Los demandantes de este tipo de servicios de cobro son aquellos empresarios que –indudablemente en un estado de impotencia y desesperación– no han conseguido que sus deudores les paguen y ante la situación crítica que ello supone, están dispuestos a recurrir a cualquier método, con tal de poder recuperar su dinero o bien movidos por el espíritu de la venganza, quieren al menos hacer pasar un mal rato al moroso.
La agencia del Cobrador del Frac fue la primera en utilizar en España a cobradores disfrazados para perseguir a los morosos, aunque informaciones recogidas en Argentina apuntan que la paternidad de la idea bien pudiera ser de una empresa de cobros de Buenos Aires que en los años setenta contrató a universitarios a los que vistió de chaqué y galera (sombrero de copa), les dio maletines de cuero de color rojo brillante en los que se podía leer la leyenda "cobro de morosos" y les mandó en carros antiguos a visitar a los morosos. A estos elegantes cobradores se les llamó "los caballeros", y su misión no era cobrar sino poner en evidencia al deudor ante sus vecinos y estimularle a pagar la deuda. El lema de la empresa de cobros era "de frac y de galera le cobramos a cualquiera".
Lo que si es cierto que en España la gente asocia la imagen de un señor vestido de frac con sombrero de copa y maletín negro (en el que se puede leer la insignia de Cobro de Morosos en letras blancas) como el tenaz cobrador que se dedica a perseguir al escurridizo – y caradura– deudor por todas partes. Por este motivo a nivel popular la imagen de una chistera se ha convertido en el ícono del perseguidor de morosos.
En los últimos años al cobrador del frac le han salido muchos competidores. Ahora bien las otras empresas de recobro de impagados han cambiado el atuendo de sus cobradores, y los disfrazan de gaitero escocés, de "El Zorro", de payaso, de pregonero, de caballero español con capa, de tuno universitario, de monje franciscano, de conejito o de gángsters de la "cosa nostra". En otros casos se han buscado trajes llamativos como fue el caso de la agencia de recobros que utilizaba al "cobrador rojo" (sin que tuviera significado político), o las agencias que enviaban a un cobrador vestido de verde botella o de amarillo chillón. Incluso una agencia de cobros usaba un cobrador disfrazado de Pantera Rosa para poner en evidencias a los morosos.
Curiosamente este disfraz de Pantera Rosa, es el que más sensación ha provocado fuera de España, ya que en numerosas publicaciones extranjeras especializadas en el mundo del crédito se ha hablado de "las panteras rosas españolas" que siguen a los morosos por las calles.
Ahora bien una cosa es la teoría, y otra la realidad, puesto que a muchos morosos recalcitrantes les da igual que les siga un cobrador o cien cobradores disfrazados, ya que no piensan pagar por mucho que les persigan por la calle una legión de cobradores (estos morosos están ya tan desacreditados que la difusión pública de su condición les deja indiferentes). Por lo que con la utilización de cobradores disfrazados bien se podría dar el caso de que un moroso recalcitrante fuera por la calle seguido por una comparsa de cobradores disfrazados enviados por sus acreedores.
Y es que si todos los acreedores tuviesen la misma idea de utilizar un cobrador disfrazado que se convierta en la sombra del moroso con el fin de ponerlo en evidencia ante su entorno, la gente pensaría que se trata de una fiesta de carnaval que pasa por la calle y el moroso pasaría desapercibido.
En los últimos tiempos ha entrado en el ruedo una nueva empresa de recobros. Estos días se puede ver por las calles a un cobrador disfrazado de torero, con su traje de luces completo y montera reglamentaria: es "el torero del moroso". Aunque se pudiera pensar que este disfraz de torero es solamente una nueva versión de cobrador de morosos disfrazado, sin embargo de todas las agencias de recobro de morosos que utilizan cobradores disfrazados, el torero de los morosos tiene una especial carga psicológica.
Los morosos profesionales son unos auténticos expertos en torear a sus acreedores;
son unos maestros en el arte del capote y después de varias faenas dejan a sus pobres acreedores exhaustos y sin haber cobrado un céntimo. Por lo que la revancha del acreedor es enviar al deudor un cobrador disfrazado de torero; por consiguiente tiene carga psicológica la cosa ya que se cumple aquella antigua máxima que dice "quien a hierro mata a hierro muere".
De todos modos las agencias de recobro de morosos se han olvidado del mejor disfraz para perseguir a los morosos contumaces: el de "Teniente Colombo". Puesto que quien mejor que aquel infatigable, latoso y pesado detective de la tele, vestido con su sempiterna gabardina arrugada y mugrienta, para ir detrás del moroso hasta que por agotamiento se rinda y pague sus deudas.
Pere Brachfield
Profesor de EAE Business School